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martes, 25 de noviembre de 2014

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Bueno mis lectores, no tengo mucho de haber visto una película, me caló hasta los huesos, así que, la sensación adusta de mi inspiración fue por fin removida unos momentos, díganme si eso no los podría hacer bailar, bueno, a mi me hace cantar, sin embargo, no es precisamente la inspiración febril y garantizada de felicidad que aguardaba, pero está de más eso, con la simple sensación que recorre mis venas al escribir es suficiente para decir que me alegra escribir.

g PERIPECIA h

Cielo raso, sólo hay nubes negras,
Una mirada perdida en el horizonte,
Hay un Sol escondiéndose a lo lejos,
Entre las montañas, es lejano y ajeno mi amor,
¿Pero como se ha ido así de fácil?
Se escapa de mis manos sin control.

Si a través de mis limpios ojos se difumina una amarga verdad,
Cuando estén llorosos el sentimiento se debe de ocultar,
¿Cómo he de hacer para volar a tu lado?

Siento que un fuego feroz me consume la esperanza,
Y una voz celestial que me habla entre sueños,
Me pide que escuche sus alabanzas.
Un angelical rostro que me acompaña, y después, silencio,
Hay un edén, donde se esparce la vida, y mientras ella sigue
Se escuchan los sollozos y lamentos,
De pronto un cristal me apuñala por la espalda,
Ese amor perdido, ese dolor infligido,
Encontré así la razón de mis alas rotas.

En lo alto se extiende la bóveda celeste... y el agua cristalina,
Más profundo me hundo,
Esclareciendo todos los deseos,
Por un momento me sumergí en la locura y el abismo de la dulzura,
En un instante estaba en la oscuridad,
Y de entre penumbras llegó la claridad,
Te advertí no más a mi lado,
Era el momento indicado para saltar por un barranco,
Envolverme en tus distantes brazos irreales,
Y, mientras caía  esperar a que el viento me acariciara obediente,
Antes de estrellar contra el suelo,
Hacerlo, probar una ilusión quebrantada,
Y fuese todo para alimentar su dicha,
Mientras que mi vida se extinguía en el anhelo.

En un juego de luz y sombra,
Mi destino que se define a manos de la ávida casualidad,
Como la luz de las velas,
Que serpentean cuando al aire sopla,
Que se inflan cuando el oxígeno las invita,
Ven a cuidar de mi brillo o déjame morir en el olvido,
Un amor herido no puede vivir más de una década escondido.

Perdido corazón,
Entregado a una fugaz tentación,
La ternura aclamada,
Que sin pensarlo fue desviada,
Un beso para la traición,
Un abrazo para el perdón.

Y al final del acto sólo queda una mirada abandonada,
Conmoción que está aferrada
A un pecho vacío que sofoca el alma...


La danza acaba cuando el último soplido
Delata la miseria y encara lo sufrido,
Entonces una reverencia apacigua las consecuencias, 
Voces afanosas que disimulan la sorpresa,
Y un sueño inusitado que el público estaba esperando.




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